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José de Arrazola: La Lebrela de Términos 
 
-"Destrozados así como quedamos
por incógnitos mares nos metimos,
y más de treinta días navegamos
y en ellos muchas veces nos perdimos;
y cuando ya la tierra divisamos,
y desembarcando ser el paso cierto
por aguardarte allí tomamos puerto.
 
 
Y sucediónos, ya llegando a tierra,
una cosa, señor, maravillosa,
que notándola bien, cierto que encierra
grande merced del Cielo milagroso
y de estar dehaciéndose una perra
en la desierta playa, que era cosa
de ver lo que la aflige un dolor fuerte
que claro vimos ser de ausencia o muerte.
 
 
Ladra, gime y arrástrase en el suelo
puesta una vez de pie, y otra se echaba,
otra en el aullido rompe el cielo,
casi dando a entender que nos llamaba;
tales extremos hace, tanto duelo
en triste soledad manifestaba,
que racional criatura no pudiera
mostrar más vivo el mal que padeciera.
 
 
Visto que fuimos ya desembarcando,
extremos de alegría está haciendo
tales que a todos anda visitando
por toda la campaña anda discurriendo,
los unos y los otros halagando
con la cola o las manos, o lamiendo;
y ya que de su bien se hubo segura,
alegre se metió por la espesura.
 
 
En la playa nosotros ya alojados,
admirados del caso peregrino,
de pura hambre todos desmayados,
la lebrela -siguiendo su camino-
en los aires nos trujo tres venados
de tres veces que fue corriendo y vino,
tan grandes, tan hermosos y tan bellos,
que todo el campo se hartó con ellos.
 
 
Que están aquellos frescos bosques llenos
de gran diversidad de montería;
liebres, conejos, muchos y muy buenos,
de que tanta abundancia nos traía
que más de veinte fueron por lo menos
los que juntaba el campo cada día;
con que todos muy bien nos sustentamos
y aún cecina muchísima guardamos.
 
 
Mira las pieles por la nao tendidas
de que las gavias todas vienen llenas,
que - aunque muchas echamos por perdidas-
casi no parecen las entenas.
Después de Dios, por esto con las vidas
escapamos de tanta hambre y penas;
y de mis desventuras el proceso".
 
 
-"Mi Dios (dice Cortés), cuán llano y cierto
está el corro de Ti de tus criaturas!
Los navegante traes al dulce puerto
y sustento en los yermos les procuras:
con pan a San Antón en el desierto
buscaba el cuervo allá en las espesuras,
y aquí a los tuyos que en aprieto viste
con piadosa clemencia socorriste.
 
 
Gracias te doy, Señor, humildemente
por tantos beneficios recibidos;
y dámela Tú a mí, Jesús clemente,
para que mis deseos sean cumplidos:
y aquella infinidad de cruda gente
por mi mano a tu Fe sean reducidos;
y pues tu causa es ésta que procuro,
de tu socorro voy cierto y seguro."