Hernán Cortés en Argel 1541

 

 

Xavier López Medellín

diciembre 2009

 

Página de relación

  __________________________________________________________

Con motivo de la celebración de la Tregua de Aguas Muertas (Aigües-Mortes), donde en 1538 hicieron las paces Carlos V con el rey de Francia Francisco I, en la capital de la Nueva España se hicieron grandes festejos. Las fiestas hacían gala de ingenios y fortunas que transformaban la plaza de la ciudad, de la noche a la mañana, primero en una selva tropical con vegetación exuberante y animales silvestres, luego en la ciudad de Rodas con torres y murallas para servir de escenario a una obra en la que Hernán Cortés mismo representaría el al gran maestre de Rodas. Se ofrecieron juegos de cañas, en los que Cortés sufre un golpe en el empeine del pie que le dejó muy lastimado. Después siguieron los banquetes, que eran ofrecidos tanto por el virrey Antonio de Mendoza como por el Marqués del Valle y ambos rivalizaban en extravagancia.

Todo era celebración y alegría en la Nueva España, sin embargo detrás de las apariencias, las relaciones entre Cortés y Mendoza se deterioraban. Existían disputas acerca del número de vasallos que correspondían al Marquesado de Cortés, además de pleitos no resueltos que permanecían atascados en la Audiencia, como los que tuvo contra Nuño de Guzmán. Las hostilidades alcanzaron su cenit cuando ambas personalidades reclamaron el derecho para descubrir las míticas Siete ciudades, supuestamente ubicadas al norte de la Nueva España.  Entonces Cortés decide emprender un segundo viaje a España con el propósito de tratar estos y otros asuntos ante el mismo Emperador.

Hayreddin Barbarossa y Carlos V

Cortés sabía que su regreso debería estar envuelto en fortuna y gloria, por lo que de inmediato comenzó a reunir a la comitiva que le acompañaría y el oro necesario para aprovisionar el viaje y mantenerse en España. Entre los convocados estaba Bernal Díaz del Castillo, quien escribe en 1540 que Cortés “rogó a mí que fuese con él, y que en la corte demandaría mejor mis pueblos ante los señores del Real consejo de Indias.” El mismo cronista cuenta que tuvo que partir él solo, pues Cortés no había reunido el oro suficiente y “estava malo del empeine del pie del cañazo que le dieron” y no partió sino hasta dos meses después.

A finales del año de 1539 o principios del siguiente, Cortés y sus acompañantes se embarcaron en Veracruz rumbo a España. Con él iban dos de sus hijos para que sirvieran en la corte: el heredero del marquesado Martín Cortés de ocho años y Luis Cortés de quince, hijo bastardo que tuvo con Elvira Hermosillo. También se sabe que le acompañan Andrés de Tapia, Francisco López de Gómara y algunos servidores. Bernal Díaz ya se encontraba en España, al igual que Martín Cortés, el primero de este nombre y que era hijo de Malitzin o doña Marina, quien ya estaba viviendo en la corte.

La llegada de Cortés a España no fue un evento tan sonado como él esperaba, Gómara escribe que “vino rico y acompañado, mas no tanto como la otra vez”. Aún así el Real Consejo de Indias le dio un trato especial otorgándole una espléndida casa como hospedaje,  le asignaron un asiento en el Consejo e incluso sus miembros salían a recibirle cuando asistía a alguna reunión. Sin embargo, en aquellos momentos Carlos V estaba en Flandes sometiendo la rebelión de Gante, por lo que Cortés tiene que posponer la audiencia con él y permanecer en Castilla manejando sus asuntos con la burocracia de la corte.

En 1541 llega la noticia de que el Emperador prepara una expedición para conquistar Argel y terminar de una vez con los ataques del almirante otomano Hayreddin Barbarossa que se había convertido en una amenaza para la navegación en el Mediterráneo. El verano terminaba y los temporales se acercaban, por lo que muchos generales trataron de disuadir al Emperador de posponer el ataque hasta que mejoraran las condiciones, pero Carlos V ya lo había decidido y alistaba sus tropas. Hernán Cortés decide incorporarse al contingente de los más ilustres nombres de España que acudirán al llamado del Emperador.

Los españoles se embarcan en Málaga para dirigirse directamente a Argel con una flota de 15 galeras y cerca de 200 embarcaciones. Cortés viaja en la galera Esperanza propiedad de don Enrique Enríquez, en compañía de su capitán Andrés de Tapia, Francisco López de Gómara, sus hijos Martín (el segundo) y Luis, junto con escuderos, criados y caballos1. Las tropas del Emperador partieron desde Palma de Mallorca y llegaron a las costas de Argel el 21 de octubre de 1541. El total de sus fuerzas suman 65 galeras y 450 naves de diferentes tamaños, con un total de 12 mil marinos, 19 mil infantes, 3 mil aventureros y 2 mil caballeros.

El estado del tiempo no permitía a las naves acercarse a la costa para desembarcar, por lo que la flota se dispersa esperando mejores condiciones. El 23 de octubre el clima amaina un poco y comienza un difícil desembarco a algunos kilómetros al oeste de Argel, en donde las tropas se ven forzadas a caminar empapados grandes distancias y cargando consigo sus armas y algunas provisiones. Pocas horas después, las infanterías alemanas e italianas ya han desembarcado y comienzan a formarse los batallones en los improvisados campamentos. Entonces el tiempo vuelve a empeorar y no es posible desembarcar la artillería, los caballos y el resto de las provisiones.

El lunes 24 los europeos comienzan su avance: al frente marchan los españoles, en el centro va el Emperador con los alemanes, mientras que los italianos se mueven por la costa. La ciudad de Argel contaba con una buena fortificación que era defendida por Azán Aga, un eunuco renegado nacido en Cerdeña, al mando de mil quinientos turcos y siete mil moros. De inmediato se cierra el sitio sobre la ciudad que no opuso mucha resistencia, sin embargo la artillería aún no podía desembarcarse y el asedio se retraza. Al día siguiente los sitiados realizan una exitosa incursión que obliga a los italianos a huir, pero pronto son reforzados por los alemanes y el cerco se vuelve a cerrar. Esta será la única batalla librada durante el asedio de Argel.

Argel en 1575

Mientras esto sucedía en tierra, en el mar la flota era devastada por el terrible temporal. Cerca de 150 naves cargadas de caballos, víveres y municiones se perdieron, otras apenas lograron salvarse tirando su carga por la borda. Otras sin embargo fueron menos afortunadas y quedaron varadas a merced de los argelinos. La galera Esperanza, donde viajaba Cortés, fue de estas últimas, por lo que la tripulación hacia esfuerzos desesperados por abandonar la nave y salvar la vida. Cortés llevaba consigo cinco esmeraldas finísimas hechas por artesanos mexicanos, se las amarró al cuerpo y saltó de la nave. Entre el caos del desembarque, el fuerte oleaje, la lluvia y el lodo, se perdieron las esmeraldas, algo que resultó muy doloroso para él pues tenían mucho valor. Algunos llegaron a decir incluso que después de Carlos V, Cortés fue de los que mayores pérdidas tuvieron en aquella desastrosa jornada.

La situación de la tropa en tierra también era desesperada, la pólvora estaba mojada y sin artillería era poco lo que se podía hacer para continuar la campaña. Por ello los generales deciden celebrar un con el Emperador, en donde se decide emprender la retirada y reembarcar a las tropas. Hernán Cortés no fue convocado al consejo por lo que se sintió profundamente desairado, mas cuando se enteró que el Emperador ordenaba la retirada se apresuró a pedirle le permitiera quedarse con algunas tropas y se comprometía a conquistar Argel. Sin embargo, Carlos V no quiso aceptar su ofrecimiento y ordenó el embarque de tropas.

Afortunadamente para los europeos, el almirante en jefe de la expedición Andrea de Doria pudo salvar algunas embarcaciones resguardándolas en un cabo a unos kilómetros de Argel. Sin embargo estas no eran suficientes para ubicar a toda la tropa y muchos caballos tuvieron que ser arrojados por la borda para hacer espacio. El viaje de regreso también fue un desastre pues la tormenta siguió azotando  las embarcaciones con furioso oleaje y dispersó la flota por el Mediterráneo. Algunas naves recalaron en Bugía donde permanecieron veinte días, como en las que iban Cortés y Carlos V; otras llegaron a Cerdeña y a Sicilia. Pero muchas otras fueron arrojadas de regreso a Argel donde sus enemigos las destrozaron.

No se sabe mucho de lo que le aconteció a Cortés durante su viaje de regreso, pero lo que es un hecho es que volvió a España envejecido y enfermo. Los esfuerzos y desazones que vivió durante lo que será su última campaña militar afectaron notablemente su salud y a los 56 años su vida llegaba a su fin. Sus últimos años los pasará en la corte en España peleando sus asuntos y preparando su testamento. Nunca regresó a tierras mexicanas y murió cuatro años después.

 

 

1  En un artículo publicado por H. R. Wagner en 1940,  hace mención de una demanda presentada por Juan Castellón contra Cortés. Castellón había sido contratado como piloto de un barco para explorar Baja California, sin embargo a último momento fue sustituido por Francisco de Ulloa, por lo que demandaba el pago ofrecido. Para dar seguimiento al caso, en 1541 se formó una comisión para dar seguimiento al caso y recabar la información necesaria. Entre los testigos convocados estaban Andrés de Tapia, Alonso de Ulloa y el mismo Francisco de Ulloa (quien se considera  murió en 1540 recorriendo las costas de Baja California). Wagner comenzó a buscar mas información sobre el paradero de Ulloa y menciona que encontró un documento hecho en Venecia donde el autor, Alfonso de Ulloa hijo de Francisco de Ulloa, cuenta que su padre acompañó a Cortés a la expedición a Argel en 1541. ¿Regresó Ulloa de su viaje por Baja California?

 

BIBLIOGRAFÍA:

Díaz del Castillo, B.: Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (Manuscrito Guatemala). Ed. J. A. Barbón-Rodríguez. México, El Colegio de México-UNAM-DAAD 2005

López de Gómara, F.: Historia de la Conquista de México.  México, Ed. Porrúa  3ª edición 1997

Madariaga, S.: Hernán Cortés. Buenos Aires, Ed. Sudamericana  1973

Martínez, J. L.: Hernán Cortés. México, FCE-UNAM, 2a reimpresión 1993

Miralles Ostos, J.: Hernán Cortés. Inventor de México. México, Ed. TusQuets 2001

Pereyra, C:  Hernán Cortés.  México, Ed. Porrúa, 3a edición 1985

Sandoval, P: Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V. Ed. Digital basada en la edición de Madrid, Atlas 1955-1956

Wagner, H. R: . Francisco de Ulloa Returned. California Historical Society 19 (3)1940, pp. 240-244